Kratos no se rinde
Playstation 3 ha dado unas cuantas alegrías a sus usuarios en las últimas semanas. Ahí están, por ejemplo, Heavy Rain, MAG y Yakuza 3, tres opciones de mucha calidad pertenecientes a géneros del todo diferentes. No obstante, el juego del que vamos a hablar en esta ocasión es especial. Sus precedentes crearon escuela en PS2 y, le pese a quien le pese, fueron de los mejor valorados en su momento. La reverencia es tal que hasta el mismísimo Leónidas echaría a temblar como un miedica tras oír el nombre de su protagonista. Kratos pone punto y final a su tragedia con God of War III, título destinado a complacer a sus seguidores y a escandalizar a las asociaciones de padres.
La venganza es lo único que mueve ahora a Kratos. Despojado de su familia y condenado a la mortalidad, se abre paso hasta el monte Olimpo a lomos de la titánide Gaia dispuesto a dar muerte a su padre Zeus, que lo contempla desde las alturas acompañado de su séquito divino. Hades, Hermes y Poseidón también están en la lista negra. De hecho, todo el que ose cruzarse en el camino del destructor de Ares lo está, incluidos los que son sangre de su sangre. Las espadas del espartano rugen con más furia que nunca.
Para desgracia de Kratos y regocijo de los jugadores, el asalto no sale según lo planeado. Gaia, incapaz de contener la ira eléctrica de Zeus, empieza a quedarse sin fuerzas, momento en el que revela a su acompañante que sólo es una herramienta para los titanes. Por supuesto, Kratos no tolera la traición, así que mientras Gaia se precipita al vacío aprovecha para agarrarse a la ladera y emprender el camino en solitario. Ni siquiera él lo va a tener fácil. Al fin y al cabo, se enfrenta al poder de los dioses.
Como se puede ver, el comienzo de God of War III enlaza directamente con el final de la segunda parte. El argumento es ni más ni menos lo que uno puede esperar de la serie: una sucesión de encuentros con mitos de la cultura clásica (de la que, por supuesto, se da una visión muy particular), traiciones, recuerdos del pasado y muestras de las malas pulgas que gasta Kratos. En efecto, no es que el juego tenga un gran guión, pero se las arregla para mantener el interés y ofrecer un clímax más que satisfactorio. Para llegar a él pasaremos por lugares como la fragua de Hefesto, el templo de Poseidón y, cómo no, los aposentos de Afrodita. Por lo que hemos visto en una secuencia digna de una tele local en horario nocturno, Kratos es todavía más viril en el catre que en el fragor de la batalla. ¿Acaso alguien lo dudaba?
God of War siempre se ha caracterizado por ser una oda a la brutalidad. En ese sentido la tercera parte no defrauda. Es más, diríamos que el juego que tenemos entre manos es aún más excesivo y explícito que los anteriores. Nosotros ya estamos insensibilizados, pero es nuestro deber avisar a los lectores más ingenuos de que God of War III tiene escenas tan escabrosas (y preocupantemente divertidas) que a su lado Resident Evil 5 parece una serie de Michael Landon. Los sádicos estarán encantados por esta razón y por muchas otras. Kratos coge al maldito hype por el cuello, hunde en él una de sus espadas y firma en el podio de la plataforma con lo obtenido del desparrame.
Fuente: http://www.viciojuegos.com/
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